Translate

lunes, 31 de marzo de 2014

Vinculadas al mar.


Acaba de llegar la primavera y con ella, el cumpleaños de dos personitas muy especiales.

Una de las muchas cosas que he aprendido, verano tras verano con ellas, es lo importante y vinculada que me siento hacia el mar. Porque eso se nota. No sabría cómo explicarlo muy bien. Se trata de lo que te hace sentir una vez que llegas, que el paso del tiempo se detiene y que podrías pasarte horas y horas pensativa delante de él sin aburrirte lo más mínimo. Porque el mar da para mucho.

Se nota cuando conoces a gente que siente lo mismo tú y que, además, te transmiten esa paz y esa tranquilidad sea cual sea la estación en la que os encontréis.
Porque estar vinculadas al mar para mi es una filosofía de vida. Y eso lo veo en ellas.

Son dos personas que en su pelo prevalecen unas bonitas ondas castañas, marcadas de dorado cuando el sol se acerca, que descansan del maldito secador y se muestran libres. Su piel se tiñe de un oscuro bronceado, pero bonito y cuidado. Ellas se visten de verano, sencillas, pero desprendiendo elegancia a cada paso que dan. Y sobre todo, y una de las cosas más importantes es que nunca se olvidan de llevar a cuestas sus sonrisas. Son esas típicas personas que demuestran ser bellas por dentro y por fuera.

Pero, ¿Qué pasa cuándo llega Septiembre? Ellas lo llevan dentro. Y lo saben. Superan el invierno recordando el verano e inspirando sus olores, y en primavera se preparan y planean todo lo que les puede deparar el siguiente. Ellas viven cada día un continuo verano dentro, y si llueve o hace frío, se abrigan y soportan el chaparrón porque saben que más tarde o más temprano volverá a brillar el sol.

Yo no sé por qué será, no sé que tendrán, tanto el mar como ellas.  El caso es que me siento vinculada de una forma especial y no lo puedo evitar. Es como si nada malo pudiese suceder cuando estoy cerca de ellas o, mejor aún, cuando compartimos horas y horas mirando juntas hacia el mismo mar.

Felicidades mis niñas, nunca apaguéis el sol. 

sábado, 4 de enero de 2014

Otra posible historia.




Esta es otra posible historia de chico-conoce-a-chica.

Ella tenía la manía de enamorarse 5 ó 6 veces al día, de viajar en cuestión de segundos, de aferrarse al tiempo como su mejor aliado y su peor enemigo, de vivir intensamente. De perder la cuenta contando sus lunares. De sacarle de quicio y morderle sus labios. Respiraba tan fuerte que también se llevaba su aliento. Tenía por costumbre compartir sus sueños.

Él llevaba tiempo soñándola, disfrutaba con verla cantar, siempre inventaba una y mil razones para volverla a ver. Se dejaba el alma con tal de hacerla temblar. Su manía era vivir solo, pensar que todo tiene un fin y una caducidad. Se agobiaba por cumplir sus sueños.


Esta podría ser otra típica historia de chico-conoce-a-chica.

Si no fuera porque estaban acojonados;
Si no fuera porque él tenía la manía de odiarla.
Le hacía perder la noción del tiempo y de su vida.
Pues, a pesar de todo, le estaba volviendo loco.